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De Potajes, de Gazpachos y de Sol

By | Published | 3 comentarios

Mi linaje sabe un cacho de potajes, de gazpachos y de sol, de higos chumbos, de rabietas, han llenado las cunetas con sudor…

         Así reza el poema de Kutxi Romero, el canto de la tierra seca, y es cierto, provengo de un largo linaje de personas que se ganan la vida peleando su pan cada día y que ostentan el más alto de los señoríos, el de aquellos que son capaces de apreciar el color del ala de una mariposa aunque se les nuble el sol (esto también se lo he sisado del mismo poema… Gracias Kutxi). Soy de la opinión de que, las más rotundas creaciones culinarias han salido siempre de los fogones más humildes, del fuego avivado por la necesidad de alimentarse por pura subsistencia, de las ganas de llenar el buche intentando alegrarse la boca; es por eso que estos platos de aparente sencillez y mucha enjundia siempre me han parecido los más difíciles de cocinar, porque necesitan más de sabiduría que de conocimiento, pues en ellos la técnica se disuelve en lo profundo del sentimiento hasta tal punto que, hay quien rehúsa guisar unas alubias o un bacalao si no dispone de la cazuela de barro heredada de su madre y una cuchara de madera que bien podría provenir de un árbol primigenio, incluso yo, ateo incontrito que soy nada amigo de epifanías, pienso que si nunca has vivido el hecho de prepararte un gazpacho sentado a la vera de la tierra que faenas con alguno de los tomates que acabas de cortar, nunca entenderás de qué va, aunque el mismo Escoffier te pasara la receta.

 

Auguste Escoffier (1846-1935)

Me intriga y me desconcierta -¿Cual es el mecanismo cerebral, por el cual, cuando pruebas uno de estos alimentos, sientes que toda la herencia de tu estirpe se está deslizando entre tus labios? Me sumerjo en lo oscuro de mi memoria buscando la respuesta; recorro mi infancia jalonada de monjas y de momentos sombríos en aquel comedor de gachas una vez por semana. -No, no fue allí, estoy seguro. Quizá en mi adolescencia gastada entre litronas y besos de hachís… -No, tampoco, mi mente estaba demasiado  distraída entre jóvenes escotes y sueños de menchevique. Probablemente ya habría sobrepasado la mayoría de edad y llevaba algún tiempo rondando fogones cuando esta pregunta se me apareció tímida entre las páginas de un libro y desde entonces no ha dejado de atormentarme, aún hoy, después de tanto tiempo, sigue en mi cabeza cada vez que empiezo a rehogar unos cascos de cebolla o a machacar unos ajos en un almirez. Resulta muy frustrante cuando arrancas a estofar una alubias (o habichuelas, así las llamamos en mi tierra) y no consigues el gusto que, con ingredientes modestos y mucha paciencia, sabia obtener aquella vecina de pelo gris y mandil de flores con la que compartías rellano antes de dejar la casa de tus padres, peor todavía si la mujer de cabellos plateados era tu propia madre… Contra ese cariño no hay quien compita.

Después de mucho analizar esta cuestión, he llegado a la conclusión de que solo el tiempo, la paciencia, la sensibilidad y la memoria te convierten en cocinero, por lo tanto, es buena idea abjurar de convertirte en una caricatura de Sgto. Hartman (La Chaqueta Metálica) y no confundir la intensidad del genio con la ira del mediocre. Solo así conseguirás impregnar tu cocina de sabiduría, sin menoscabo de ampliar tus conocimientos, y tus platos por modernos que puedan ser, seguirán manteniendo la fuerza que los arraigue a la tierra. De todo esto me han enseñado mucho los libros, más que todas las horas de trabajo acumuladas, que no son pocas, es la razón por la que disfruto de atesorarlos como Don Quijote sus libros de caballerías, y la verdad es que aunque no soy hijodalgo, llevo toda la vida a lomos de rocín flaco y en compañía de galgo enjuto, dándome de ostias con cantidad de molinos de viento y cohortes de ovejas que había confundido con mesnadas de sarracenos.

Cuando empecé a escribir este post… Pensaba hablaros del gazpacho, su heterogeneidad, orígenes, evolución a través de los siglos y por el contacto con las civilizaciones que han poblado la Península Ibérica… Joder, hasta había pensado en recomendaros un buen libro de recetas que fuera capaz de publicar, si es que existe,  una receta de gazpacho… Creo que me he desviado un poco del tema… Ups.

Sea como sea, si os apetece usar un rato de vuestro tiempo para leer mis dispersiones…Gracias

Os dejo como siempre un poco de música, en este caso a Reincidentes haciendo una versión rock de La Plegaria a un Labrador de Víctor Jara… Me encanta

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=piVv0ulMbxo&w=560&h=315]

3 Responses

  1. Interesante y amplio tu tema.
    Soy de Uruguay y no sé muy bien lo que es el gaspacho, pero me has dado una idea.
    En cuanto a sabores aquí hay un refrán que dice:»No hay comida como la de mi madre».
    Supongo que nos acostumbramos a los gustos.
    Un abrazo.

  2. lo prometido es deuda!! y está publicado el post sobre los gazpachos
    Un abrazo!!!

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